La vida simplemente by Oscar Castro

La vida simplemente by Oscar Castro

autor:Oscar Castro [Castro, Oscar]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1951-01-01T00:00:00+00:00


II

Cuando yo trato de recordar a mi padre, se produce en mi ser una especie de angustiosa debilidad, un sentimiento de vacío, de algo incompleto que no puedo reconstruir con los escasos datos que afloran a mi conciencia. Son dos o tres escenas pueriles que ignoro por qué ha registrado mi mente. Algo como esos relampagueos inasibles, de un sueño que se procura rehacer y que nos muestra sólo una que otra forma, como si se hallara en disolución.

Yo estoy en la cama, ignoro por qué, pues ya hay sol en mi pieza. Siento en el cuarto la proximidad de mi madre; algo semejante a una tibieza que perciben mis sentidos. Creo que aplancha o remienda algún trapo; no lo sé, pero me basta sentirla. Si se marchara, comenzaría de inmediato a clamar por ella. Ella está canturreando suavemente, pero de pronto se calla, pues alguien ha llamado a la puerta. Atraviesa el cuarto; y noto por detrás el estremecimiento de sus hombros, una especie de repulsión, de piedad y de súplica, todo junto, sin saber cuál de estos impulsos domina. Entra un hombre sonriendo bajo sus bigotes negros y le brillan los dientes con un blancor húmedo («escandaloso», digo yo, sin saber lo que tal palabra pueda significar). La pieza se llena de una atmósfera de alcohol. Es un olor pesado, gaseoso, que se pega a los muebles y que casi podría distinguir con mis ojos. El hombre me mira y después echa hacia afuera su vista por la ventana. No puedo recordar ahora su risa ni su voz. Es sólo una figura con bigotes moviéndose en el cuarto. Va hacia la cuna y se queda mirando a Hilda, mi hermana menor, que duerme con una manecita empuñada cerca del rostro. Sale después y mi madre camina tras él. Los siento hablar afuera en tono más alto que el normal.

Temo que a mi madre le pueda suceder algo y la llamo. Aparece pocos momentos después y noto que ha llorado. «¿Quién te hizo llorar, mamá?». Ella no dice nada y me aprieta la cabeza contra su pecho. Me ha quedado en el rostro la sensación de su tibieza. «Cuando sea grande, no dejaré entrar a ese hombre», pienso.

Otra vez, en la calle, el hombre me hace señas desde una cantina. No sé si escapar o acercármele. Voy hacia él fingiendo indiferencia. Entonces siento su mano en mi cabeza. Me dice algo con su voz que ahora no recuerdo y me pone después dos billetes azules en la mano. Son para mi madre. «¿Será malo recibirlos?», me pregunto, perplejo. Pero ya el hombre se ha marchado. Yo corro a casa y le doy aquellos billetes a mi madre. Ella sale a la puerta sin meterlos en su portamonedas y se queda mirando la silueta del hombre que se aleja. «¡Qué incomprensible es tu padre!», murmura. (¿Qué querrá decir con eso?). Después se va a la cocina. «Mi padre», me quedo pensando. Camino en busca de mi madre. «Mamá, ¿un padre es un papá?».



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.